domingo, 9 de octubre de 2011

Lugares imposibles

Los destellos blancos empiezan a apagarse lentamente, mientras recupero el pulso, empiezo a reconocer su forma. Algo que sostenía en la mano derecha golpea contra el suelo y rueda hasta mi pie, que por el otro flanco comienza a estar rodeado de sangre. No puedo apartar la vista de sus ojos, que al fin parecen haber encontrado el infinito. Esos dos profundos ojos negros que supuran honestidad, siempre brillantes, lastrados por un corazón desdichado, energicos aventureros que aprendieron a abrirse paso en las ciénagas de desamparo. Enciendo un cigarro para deleitarme con el espectáculo al que me he sabido abocado durante tanto tiempo. Recuerdos imaginados se proyectan sobre las dos pequeñas pantallas negras que ya no parpadean. Me reclino para apagar el cigarro en el manto rojo que sigue expandiéndose y dejo la colilla entre las paginas de su bloc de notas, emparedado entre los dos poemas que mas me gustaban. Un gemido agudo, como el comienzo de un llanto que no llega a desencadenarse, inunda la estancia durante unos minutos. Un escalofrío recorre mi espalda al sentir que soy yo quien emite el sonido. Esta vez no hay billete de vuelta. Adecento su rostro y me vuelvo a fascinar, atravesado por su mirada. Me recuesto a su lado, sin separar la mirada de esos pozos de vida muerta. Ya no haré nada más, sólo mirarlos, ellos me llevaran a donde siempre debimos estar.

lunes, 22 de agosto de 2011

Si me sirves otra copa de vino acabaré por arruinar la moqueta, así que será mejor que te desnudes.

miércoles, 8 de junio de 2011

Indies peperos...

Una floja banda de versiones de Franz Ferdinand a la que nunca vemos en garitos mostosos pero sí en el MTV winter y concursos oficiales, junto a David Guetta y la ex de una fotógrafa cuya estrella -hype- pasó hace un par de años amenizarán la Fórmula 1 valenciana.

El gobierno local termina con la ayuda al alquiler, empuja el repago en sanidad y recorta personal en educación.

Así, por solapar temas sin relación alguna, que es algo muy postmoderno y muy molón.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Vonnegut

¿De dónde saco mis ideas? Podrías haber preguntado lo mismo de Beethoven. Él hacía el tonto por Alemania, como todos los demás, y de repente le salía una cosa. Era música.

Yo andaba haciendo el tonto por Indiana, y de pronto salió una cosa. Era asco ante la civilización.

- Kurt Vonnegut, alma mater

martes, 16 de noviembre de 2010

Danzas en círculo. Escapismo rudimentario.

La luz apenas llega ya hasta la húmeda y fría Jaula del perro, pero, aún así, él no cesa de ladrar y gruñir mostrando los dientes. Para evitar la monotonía, de vez en cuando da vueltas en círculo. Renueva su ira con las pequeñas dosis de testosterona que le proporciona esta reducida actividad física. La sangre le resbala por el hocico y sirve de pintura del macabro cuadro enque se ha convertido el suelo. Ya ha perdido la cuenta de las embestidas que propina, con inexacta periodicidad, a su conocida reja . Con el frenético movimiento esparce la sangre fresca, que se mezcla con la capa reseca que se ha ido formando a lo largo de los años, dando lugar a formas en constante evolución y de texturas contrastadas. En su incansable baile, arranca pequeños trozos de costra con las uñas, que se mezclan con el líquido formando una pasta grumosa que fragua en los días siguientes. En los primeros tiempos de su reclusión, hacía breves descansos en su desesperada protesta y sollozaba, al modo en que lo hacen los de su especie, pero tardó poco tiempo en adoptar una postura mucho más firme. Bastaron unas semanas para que dejara de esperar socorro y tomara consciencia de que él mismo era el único que podía sacarle de allí. En estas condiciones, comenzó a odiar todo lo que quedaba fuera del perímetro de su prisión y centró sus pensamientos, de manera obsesiva, en salir de ese lugar.

Pese a su complexión enclenque y falta de vigor, algunos de los golpes contra la puerta de la jaula consiguen abollarla de manera evidente, reforzando su ánimo y restándole importancia a que su vista se nuble y que sienta crujir su cráneo en cada uno de los impactos. Pasa las noches enteras escupiendo su alma en tonos agudos, con los ojos velados en sangre y el morro rebosante de espuma rosa, cóctel que su saliva y su sangre han formado batiéndose al ritmo de las protestas.

Su descanso se reduce a dos o tres horas diarias durante el periodo más caluroso de la jornada, puesto que esto le impide conciliar un sueño profundo y se mantiene alerta durante su tiempo reposo. Al despertar, siempre encuentra dos recipientes, uno lleno de agua y el otro rebosante de manjares variados. En los primeros tiempos, rechazaba estas misteriosas ofrendas por cuestión de principios, puesto que intuía que quien le proporcionaba sustento, bien era capaz de otorgarle la libertad. En esa época sólo dormía cuando el cansancio le tendía una emboscada y, al despertar, encontraba de nuevo los cacharros renovados. No pudo dar caza a su benefactor en la sombra y tuvo que sucumbir a los alimentos, en pos de lograr escapar de aquel lugar con las fuerzas que le eran ofrecidas en los humillantes recipientes.

Tras los años transcurridos, no ha logrado saber aún quién le mantiene con vida, pero la puerta que le separa del mundo está cada vez más debilitada. Siente cerca su huída, por lo que esta tarde ladra con más fervor, si cabe, que en el tiempo que le ha traído hasta aquí. Después de realizar su habitual calentamiento rotativo , con el costado y el vientre impregnados en sangre ya casi seca, comienza a romperse el cráneo contra la verja. Esta vez, a cada golpe que propina, siente el desplazamiento y la deformación de la puerta, lo cual le encoleriza aún más y le llena de alegría, pues siente cerca el fin de su costoso propósito. Ya no hace pausas entre las embestidas, la sangre mana a borbotones de su frente y no logra ver nada fuera de las dos barras de hierro en las que está centrando su ataque. Al cabo de diez minutos, hace ceder la puerta y cae al tibio suelo de hormigón. Permanece tirado durante un buen rato, disfrutando de su victoria y haciendo mutar sus ojos poco a poco hacia el estado de bondadosa serenidad que tenían antes de toda esta historia.

No ha ladrado ni una sola vez desde que ha logrado escapar de su pequeña prisión. Vuelve a disfrutar del silencio como lo hacía antes. Al recuperar fuerzas suficientes, se ha ido levantando hasta quedarse sentado y ha comenzado a jadear lentamente, aunque esta vez sea el calor en motivo y no a la excitación de su estado anterior. Respirando pausadamente, ha observado su entorno con la tranquilidad de un sabio oriental. Tras varios minutos sin reaccionar, ha levantado las patas traseras pausadamente y, aún renqueante, se ha dirigido de nuevo al interior de la jaula. Se ha arrimado a un plano de barrotes y se ha tendido apoyando la garganta entre las patas delanteras, ahora ya lleno de paz, a esperar la comida de mañana.

martes, 12 de octubre de 2010

Cuestiones físico/prácticas de cinemática elemental

Clack! El mecanismo de ruedas dentadas accionado por baterías de cuatro voltios y medio marca Seiko realizó su rutinario giro de engranajes para señalar que eran las doce y media del mediodía. El ruido seco de las manecillas del reloj provocó un pequeño sobresalto en Ricardo, esa pequeña bola de pelo que antaño fue un gato, y que ahora era lo más parecido a un amigo que tenía la señora Herrero.

El pequeño movimiento del felino, que hasta entonces se hallaba plácidamente acurrucado en una contorsión imposible en el mullido cojín de grasa y carne, hizo que uno de los ojos de la señora quedara parcialmente abierto, en un rápido y ligero movimiento que accionó todo un entramado de arrugas y piel marchita que rodeaban unos ojos que años atrás habían irradiado un auténtico fulgor de viveza y alegría.

El retrato de su marido, luciendo aquél elegante esmoquin negro que la enamoró años atrás, fue la primera imagen que se clavó en las somnolientas retinas de la señora Herrero, tras su improvisada siesta. Clack! De nuevo el reloj volvió a accionarse para recordar a su dueña que eran las doce y media del mediodía. Se arregló su bata floreada, que desde hace tiempo constituía su única vestimenta diaria y tensó sus brazos para alzarse de modo torpe en una corta y agónica lucha contra la gravedad, mientras sus venas se hinchaban recorriendo sus secos brazos, como pequeñas serpientes enroscándose en sus debilitados huesos. De la cómoda cogió aquél pequeño tesoro que unas semanas atrás había recuperado de algún sitio, una pequeña caja de música cuya melodía recordaba a un vals que quizá hace tiempo bailó en brazos de su amado.

“¿Dónde estará el pequeño Pelusete?” Era una pregunta recurrente durante los últimos días, aunque el travieso felino hacía tiempo que tenía como única diversión esconderse en los rincones de su casa para preocupar a la dueña. Clack! De nuevo el reloj marcaba las doce y media del mediodía y ni rastro de “Pelusete” ni de “Ricardo”. La señora volvió a tomar en sus enjutas manos la cajita de música para disfrutar de nuevo de esa canción tan familiar que no dejaba de recorrer su cabeza. Recostó su cansado cuerpo en el sofá y contempló de nuevo el rostro de su difunto marido. Se levantó a comer algo, pero tropezó con aquella vieja maleta y cayó al suelo, golpeándose la cabeza con la mesilla auxiliar de mármol. Clack! Poco antes de entrar en la inconsciencia, esbozó una sonrisa al encontrar al pequeño Pelusete debajo de la cómoda junto a Ricardo, mientras este último engullía los intestinos de su pútrido compañero. Ante el estruendo, el pequeño Ricardo se acercó lamiendo la sangre que empapaba la alfombra polvorienta del salón.

Clack! De nuevo el reloj marcaba las doce y media en casa de la señora Herrero.

lunes, 11 de octubre de 2010

Excreciones

Sigo sumergido en la nada.

Nadando en el aire.

Extenuado.

En el mismo lugar donde me dejaste.

Corriendo.

Un galgo tras la liebre mecánica.

La liebre,

tus ojos,

la piel de tu alma.

Me susurran silenciosamente,

todo lo que tú y yo podríamos haber sido,

si no fuéramos tú y yo.

Una ilusión en negro.

Un escenario oscuro donde actúo con soltura.

Un sanatorio donde encierran a los cuerdos.

De dónde ya puedo salir,

porque ya me he curado de ti.

Ya he enfermado para toda esta vida.

sábado, 9 de octubre de 2010

140 jamones

Resulta que un tipo ofrece recaudar 10 millones de dólares para que Weezer dejen de hacer el ridículo sacando un disco de mierda tras otro. Me parece una idea estupenda.

Y precisamente hoy me pregunto... Si uno que habría cumplido 70 años no hubiera muerto, ¿cuánto tendríamos que ofrecerle a la Plastic Ono Band?

jueves, 7 de octubre de 2010

Lo peor de todo

No quedan horas para mí ni para nadie,
 sólo quedan arcadas de angustia y bilis
y ruletas rusas de confusión
 como en los espejos que se cruzan entre tu incertidumbre
 y la asfixia que derrite cualquier atisbo de alegría
 y no me queda nada más que sacarte los ojos
y devolvértelos en forma de sudario
y destrozar tu ataúd a patadas hasta que tus huesos se hagan polvo
hasta que tu mandíbula quede partida por la osadía de verte morir entre risas
aunque lo que más querría detrás de toda palabra es poder decirte que te quiero
aunque el amor no sea más que una palabra que agoniza por las esquinas
aunque te balancees con la mirada al infinito de un lado a otro
con los ojos vacíos y apagados
en una cuerda empapada en tu propia sangre.

Pero lo peor de todo es eso...,
 que me gustaría poder decirte que te quiero
 y que además fuera verdad. 


lunes, 4 de octubre de 2010

Tiburón

Te digo esto porque me caes bien. Están haciendo recortes arriba, y los mandos intermedios se tiran de los pelos. Les piden más trabajo en menos tiempo, y se los llevan el fin de semana que viene a una sesión de coaching en la Sierra de Espadán. Sí, ya sabes, esas movidas de autoayuda para ejecutivos...

Los llevan en piragua por ahí, y les hacen gritar consignas juntos y tal, para que estén más motivados cuando vuelvan a la oficina, y se den puñaladas traperas con más entusiasmo. Ya sabes cómo les va a los jefecitos estos... No son como nosotros, que hacemos piña. Si supieran el equipo que tienen, lo bien que trabajamos juntos, nos subirían los incentivos por venta. Pero ya ves...

Total, que parece que hubo problemas con la cuenta Gomis. No, no te preocupes. Yo también pensaba que iba bien, pero se ve que han visto algo raro, y lo están mirando con lupa. A mí me preguntó Sánchez el otro día. Me llevó a su despacho, me puso un whiskey... ¡Cardhu, no te lo pierdas! Luego no hay dinero en la empresa... Total, me preguntó directamente por ti y por la cuenta Gomis. Yo le dije que respondía del trabajo al cien por cien. Como se puso muy pesado, y no se fiaba de nada, le he dicho que en realidad llevé yo los números, porque tú eres novatillo. Que asumía toda la responsabilidad de la cuenta. Y creo que se quedó más tranquilo, pero no sé.

Ya, ya sé que parece que era una cuenta grande y sin huecos, pero vete a saber, que estos tíos son unos cabrones de tres pares. No hace falta que me des las gracias, que aquí todos vamos en el mismo barco. Tú céntrate en las otras cuentas más pequeñas, que ahora no las están controlando tanto, y todo irá de puta madre.

Nada, nada, no hace falta que me pagues el café. Mira, te invito yo, que el otro día me dieron un incentivo. ¡Hale, campeón, a seguir partiendo la pana!